Pilar TPM para operaciones logísticas
Por: Humberto Alvarez Laverde
La gestión logística moderna atraviesa una transformación profunda gracias a la adopción de enfoques integrales de mejora continua. Uno de los más habituales es el TPM (Total Productive Management) y las Coordinación Impecable a través de conversaciones. El TPM tradicionalmente asociado al entorno de manufactura, ha sido adaptado con éxito al mundo de la logística. Un referente destacado en esta evolución es Heineken, que ha implementado el TPM ampliado en sus operaciones logísticas internacionales, convirtiéndolo en una pieza clave para alcanzar altos niveles de eficiencia, calidad y sostenibilidad.
El TPM ampliado traslada los pilares fundamentales del modelo clásico, como la eliminación de pérdidas, la participación de todos los niveles de la organización y la autonomía operativa, a las distintas áreas de la logística. Estas incluyen el almacenaje, el transporte y la distribución, la logística inversa, la planificación de la demanda (forecast), así como la gestión de proveedores y de flujos de camiones. Este enfoque busca no solo evitar fallos técnicos, sino también reducir todas las formas de desperdicio logístico, mejorar el flujo de información y materiales, y elevar la satisfacción del cliente.
Uno de los pilares clave en la implementación del TPM logístico es la metodología 5S, que permite establecer una base sólida de orden, limpieza y estandarización. En el entorno logístico, esto se traduce en almacenes organizados, estaciones de carga limpias y sistemas visuales claros que facilitan la identificación de materiales y rutas. Esta organización no solo mejora la eficiencia, sino que también incrementa la seguridad y el compromiso del personal.
El mantenimiento autónomo, por su parte, adquiere una nueva dimensión en la logística. Aunque no se cuenta con líneas de producción tradicionales, existen equipos críticos como montacargas, sistemas automáticos de picking o vehículos de transporte interno. Involucrar a los operadores en el cuidado diario de estos activos permite detectar anomalías de forma temprana y fomenta el sentido de responsabilidad sobre los recursos logísticos.
Las mejoras enfocadas, conocidas en japonés como Kobetsu Kaizen, permiten atacar problemas específicos como retrasos en entregas, errores de inventario o tiempos muertos en la carga y descarga. Estos desafíos son abordados por equipos interdisciplinarios que aplican herramientas de análisis de causa raíz, permitiendo así resolver cuellos de botella de forma precisa y sostenida.
Un componente esencial para cuantificar los avances del TPM en logística es el OEL (Overall Effectiveness Logistics), una métrica inspirada en el OEE de manufactura. El OEL mide la efectividad global de las operaciones logísticas teniendo en cuenta tres dimensiones: la disponibilidad de los recursos, el rendimiento de los procesos en términos de velocidad y la calidad de los servicios prestados. Esta medición permite identificar y cuantificar pérdidas, sirviendo como guía para priorizar acciones de mejora.
La implementación del TPM logístico se potencia aún más al integrarse con metodologías como Lean y Six Sigma. Esta combinación aporta un enfoque sistemático y estadístico que permite eliminar la variabilidad y optimizar procesos. Además, herramientas como el mapa SIPOC (Suppliers, Inputs, Process, Outputs, Customers) facilitan una visión integral de los procesos logísticos, desde el proveedor hasta el cliente final, permitiendo mapear y mejorar cada eslabón de la cadena. Junto a ello, la técnica Makigami se presenta como una herramienta poderosa para analizar el flujo de procesos e información, haciendo visibles las ineficiencias y las oportunidades de mejora, especialmente en aquellos procesos donde la intervención humana es alta.
Heineken ha sido pionera en aplicar el TPM ampliado en logística, consolidando principios y métricas comunes a nivel internacional. Gracias a esta estrategia, la compañía ha logrado disminuir errores de entrega, optimizar tiempos de carga y descarga, mejorar la sincronización con proveedores, aumentar la visibilidad en tiempo real y fortalecer una cultura de mejora continua en toda su red logística. El resultado ha sido una cadena de suministro más ágil, resiliente y centrada en el cliente.
Una herramienta destacada en este ecosistema de mejora es Makigami, cuya aplicación se extiende al análisis conversacional y de coordinación en procesos donde interactúan múltiples actores. La coordinación efectiva es esencial para el éxito de cualquier empresa, pero tradicionalmente se ha abordado desde la ingeniería industrial y la tecnología de la información. Aunque estas soluciones mejoran el flujo de datos, muchas veces no resuelven la falta de compromisos claros entre personas ni los problemas de coordinación humana.
Makigami permite mapear cómo se realizan realmente los procesos, cómo se coordinan las acciones y cómo se generan resultados. A diferencia del diagrama de Value Stream Mapping (VSM), Makigami tiene la ventaja de evidenciar problemas humanos de coordinación, identificando fallos que se deben más a la calidad de las conversaciones que a fallas estructurales del proceso. Problemas como compromisos no cumplidos, solicitudes erróneas o tareas duplicadas suelen tener su raíz en conversaciones incompletas o mal gestionadas.
Nuestro enfoque en The TPM Academy desde hace más de una década, ha evolucionado la técnica Makigami al integrar herramientas de gestión conversacional y la anatomía de la acción, propuesta por Robert Dunham. Esto nos permite abordar procesos complejos en áreas de soporte como aprovisionamiento, desarrollo de productos, operaciones financieras, atención al cliente o servicios externos. Estas son zonas donde tradicionalmente los métodos Lean o TPM no tienen alcance directo, pero donde Makigami demuestra una alta efectividad.
La mayor fortaleza de Makigami radica en su capacidad para detectar y corregir problemas de coordinación entre personas, especialmente en procesos interdepartamentales. En lugar de centrarse exclusivamente en el flujo de datos, se enfoca en mejorar la calidad de las conversaciones que dan forma a los compromisos entre actores. Así, se transforma en una herramienta esencial para cerrar brechas de desempeño en procesos complejos donde lo humano y lo técnico deben integrarse en armonía.
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Hasta la próxima entrega.
 
															